Hey. Les dije que la segunda parte iba a llegar y pues llegó. Ojalá no fuera por las razones por las que la hago, pero aquí estamos.
Ya pasó una semana del fallecimiento de Jason David Frank, mejor conocido como Tommy Oliver. Sigo en shock si les soy honesta. A veces creo que todo es una horrible pesadilla y que despertaré y todo estará bien, pero no es así. JDF no va a regresar.
Como apuntaba en la entrada anterior, tal vez no fue mi Ranger favorito, pero sí que marcó mi infancia y juventud. Y lo va a seguir haciendo. La muerte no pausa la influencia de las personas.
Estar en redes sociales fue muy duro toda esta semana. Tanto Facebook como Instagram se llenaron de condolencias, memorias, tributos... Como en todo, hubo gente que se manifestó «harta» de tanto Tommy Oliver y hasta insultos le dedicó, pero son meros trolls y repetir sus discursos es darles demasiada importancia, misma que no merecen.
Antes de continuar, tengo que poner esta leyenda, pues volveré a tocar los temas y puede que haya quien no esté listo para ello.
TRIGGER WARNING:
SUICIDIO, AUTOLESIÓN, DEPRESIÓN, ANSIEDAD, PSICOSIS
Ya muchos medios se encargaron —nefastamente— de dar todos los detalles de la muerte de JDF. Si su morbo pesa más que el respeto por una vida, allá ustedes; yo no lo repetiré aquí. Me mantendré en que fue un suicidio y hasta ahí.
Como escribía en la parte uno de este tema (que pueden leer aquí), tenemos que hablar de estos temas, así como del sexo, la violencia y otros tantos más que no son tocados para no generar riñas o incomodidad, como la religión o la política.
Leía por ahí la importancia de tener un acompañamiento psicológico cuando se viven cambios brutales, como una enfermedad, un divorcio, la muerte de un ser querido... Y es cierto. A veces creemos que podemos solos, pero las situaciones nos rebasan; y no es porque seamos débiles, simplemente en ocasiones todo eso es más fuerte que uno.
Cierto es que viendo los índices de suicidio, hay más hombres que mujeres. Esto puede deberse a muchos factores, pero creo que el que más pesa es que la cultura general obliga a los varones a callar lo que sienten; tienen que ser los fuertes, los que aguantan, los que no lloran. Y ojo, no digo que las mujeres y les no binaries no pasen por ello, pero es claro que los hombres tienen más dificultades.
«Los hombres no lloran».
«No seas marica».
«Eres una niñita».
«Pinche puto».
Son algunas frases que se repiten y que me ha tocado escuchar a lo largo de mi vida.
¿Qué tiene que ver esto con la muerte de JDF? Que el hombre batallaba con la pinche depresión. Y disculpen ustedes mi francés, pero la depre es una hija de la chi...
Leía también por ahí un comentario que aún no sé si fue desafortunado o no. El chico decía algo como «si la depresión pudo con el Ranger más poderoso, ¿qué nos espera a los simples mortales?». Obvio varios se le fueron encima. Pero entiendo su punto. Si a alguien tan admirado, querido, apoyado, poderoso, fuerte, valiente... como JDF lo derrotó la maldita depresión, ¿qué nos espera a nosotros que no tenemos todo eso? O bueno, que no lo tenemos de esa manera. Podría parecer que no tenemos ni una oportunidad contra ese desorden psicológico.
Tristemente veo entre mis contactos que la mayoría de banda de mi edad batalla con depresión y ansiedad. Muchos bromeamos sobre ello, incluso sobre el suicidio, y llega un punto donde no sé/sabemos si es cierto o no. De varios compas sí temo que intenten algo para lastimarse o quitarse la vida si llegaran a tener el chance adecuado (o el momento inadecuado). Y viene la impotencia: no poder hacer nada más que decir un «aquí estoy». A veces quisiera correr a su lado y abrazarles, decirles que no están solos, que esto también pasará... pero les entiendo: las palabras no sirven de nada la mayoría de las veces. La depresión es tan gacha que nos juega malas pasadas. «My mind is playing me tricks again» (mi mente me está jugando sucio otra vez; traducción aproximada) le decía a Rajia Baroudi, una White Ranger que tengo como contacto en Facebook. Y me dio un consejo: pon notas en el espejo y el clóset recordándote que eso no es verdad; lo valiosa que eres y que esto mejorará. Podría parecer algo muy tonto, pero sirve. Por eso en el estudio tengo post its y notas con frases que me recuerdan eso: esto también pasará.
Ahora que platicaba con mi jefa sobre que la depresión y la ansiedad de fin de año ya se hicieron presentes (como cada año...), me dio varios «tips»; llamésmoles así; para resistir. Y ahí una de las palabras clave que me acompañan: RESISTIR, justo junto a PERSISTIR. Si han leído este blog con anterioridad, sabrán de quién es la frase. Yep, del mero mero de Alberto Chimal. Resistir y persistir. Como ya he contado, me lo dijo originalmente para la escritura, pero se aplica al resto de la vida. Y no es exactamente aguantar vara como los estoicos, sino más bien aguardar a que pase la tormenta mientras avanzamos pasito a pasito; que claro, se vale refugiarnos en un techito un rato, pero eso, un rato.
No es fácil caminar bajo la lluvia, pero a veces es útil. Sí, podemos enfermarnos, pero también puede ser una liberación. Un poco como el final de V de Venganza, una de mis películas favoritas.
Asimismo mamá me sugería aferrarme a las pláticas y videos de David Yost. «¿Qué te dijo David/Billy?», me repite. Que me quiere viva. VIVA.
Como contaba en otro momento, desbordé mi corazón en las cartas que le escribí a David. Le conté cómo desde los doce años he pensado en el suicidio por todo el bullying que me hacían por parecerme a Billy: inteligente, introvertida, mala en los deportes, miedosa... (Bueno, bueno, Billy no tanto, pero yo sí). Y así sucesivamente. Luego vinieron otras crisis que me llevaron al mismo agujero lleno de porquería y sin luz que es la depresión, la ansiedad y la psicosis. Muchos desestimaron que me sentía fatal e incluso llegó un punto de hartazgo: «¿te quieres matar? Pues mátate y ya». ¿Saben lo que es eso...? Más ganas de morirme me daban, pero fui cobarde y no di el paso final. Y qué bueno, porque no podría estar escribiendo estas líneas.
Después vino la muerte de Pepín y más me hundió. Estaba plenamente convencida de que no llegaría a los cuarenta años y mi plan era acabar con mi vida poco antes. Duro, ¿eh? Pero es lo que es. A algunos les podría parecer estúpido, pero no es así. Y es otro de los problemas alrededor del suicidio y la autolesión: la gente cree que las razones que tenemos para dar ese paso son tontas, poco válidas, estúpidas, sin fuerza... Pero sea lo que sea, al suicida esas razones le pesan en cuerpo, mente y espíritu, sea una muerte, un divorcio, un despido laboral, un corazón roto... Lo que sea.
Se especula mucho sobre la muerte de JDF y se buscan culpables, pero los únicos son la depresión y otras alteraciones psicológicas. Hay que dejar de lado a su familia y amigos, por respeto a JDF y a ellos mismos. Y diría que hay que sacar algo de la situación. No quiero decir una «lección» o «aprendizaje», sino... cómo decirlo... una observación tal vez.
Volviendo al comentario del chico y a lo que han dicho varios actores y actrices de los Power Rangers, tenemos que unirnos como Ranger Nation y como comunidad. Tenemos que ver unos por los otros. Alguno de los actores decía «P.D. Pregúntale a un amigo cómo se siente hoy». Boom. Podría parecer algo muy simple, pero el que alguien querido te mande un mensaje preguntándote cómo estás puede marcar la diferencia, puede ayudar, salvar, cuidar.
Mi mejor amigo, cuando le conté sobre mi depresión y otras cosas, me decía «qué bueno que me lo comentas para estar al pendiente; si tus papás, hermanos o tu terapeuta no te contestan en una crisis, háblame. Tal vez por chamba no pueda atenderte de la mejor manera, pero al menos no estarás sola cuando esas cosas ataquen». Puede que nunca lo haga. Puede que esa llamada o mensaje nunca ocurra porque también me angustia sacarlo de su chamba, obligaciones y vida social, pero con ello me dice algo vital: no estoy sola. Y sé que si la crisis fuera muy fuerte, correría a mi lado, lo mismo que otros miembros de mi familia. Así pasó cuando le dieron el diagnóstico a papá: ni siquiera me preguntó si quería y podía verlo; me citó en Plaza Satélite y me dio uno de los abrazos más fuertes, comprensivos y alentadores de toda mi vida. Me permitió llorar, maldecir, preguntarme por qué... Todo sin juzgarme. Y lo mismo cuando le mostré mis heridas unos años más tarde. Me permitió hablarle de lo más profundo sin temor a que repitiera los discursos de hartazgo como lo estúpido que era.
Pero hay también otra parte: cada vez que me tropiezo y caigo, me repite una y otra vez que soy más fuerte de lo que creo. Zaz. Otra vez, podría verse como algo simple, pero el que alguien querido vea en mí ese «potencial» me ha sacado adelante. Pasó lo mismo en mi adolescencia; un amigo me repetía hasta el cansancio todo lo bueno que veía en mí, aunque yo no pudiera apreciarlo. Y me acompañó hasta que me quité un poquito la venda de los ojos para ver el espejo. Y ahí estaba: mi reflejo empañado pero presente. Entonces lo supe: en efecto era más fuerte de lo que creía.
Volviendo a David Yost (quien también batalló con las ideas suicidas según ha contado en algunas entrevistas), aparte del «te quiero viva», me dio varios consejos. Uno lo compartí en la primera parte de este tema:
Elige tres palabras que te definan y aférrate a ellas.
Son tres palabras que nadie te puede arrebatar, pase lo que pase.
Tres palabras.
No pondré aquí las que elegí porque son muy íntimas, muy mías, pero les invito a que lo hagan. En mi caso son adjetivos, pero pueden ser sustantivos también.
Otro punto sobre el suicidio es que deja mucha incertidumbre en quienes se quedan, en la familia y amigos del suicida. Hay muchos porqués, muchos, demasiados. Nunca van a tener respuesta. Y viene otra vez la jodida impotencia acompañada de culpa: ¿pude hacer algo por él/ella/elle? ¿Pude haberle acompañado? ¿Por qué no me dijo lo que pasaba? ¿Por qué no (me) pidió ayuda? ¿Por qué enfrentó eso solo?
Y así podríamos seguir eternamente.
Sirva esto para decirles a la familia y amigos de los suicidas: no es tu culpa.
Insisto, toda culpa es de la maldita depresión y otros desórdenes psicológicos, así como de la cultura del silencio: no cuentes lo íntimo, no divulgues lo que te pasa, que todo quede entre cuatro paredes...
Es duro. Lo sé. Cuando me intenté quitar la vida mi familia y amigos me decían eso: ¿qué iban a hacer ellos (sin mí)? Y más me rompía el corazón imaginarles como esa culpa, angustia, insomnio e impotencia. Para muchos suicidas tal vez es lo que nos detiene. No querer hacer sufrir a los que queremos. Entonces se suma más culpa a nuestro saco y nos aplasta. Es un círculo vicioso: salva pero lastima. Porque incluso, a veces, puede verse como chantaje (en ocasiones involuntario).
Para quienes crean en un más allá después de la muerte, aunado a esto último viene el miedo. Ya lo decía Dante en su Divina Comedia, los suicidas se quedan en el círculo de los violentos: violentos contra otros, contra sí mismos y contra dios. Me parece que es el octavo; séptimo u octavo. Luego lo busco. Y así con varias doctrinas. Todavía hay sacerdotes que dicen que el suicidio es pecado mortal y por tanto te manda derechito al Infierno, porque atentas contra el mayor regalo que te dio dios: la vida. Zaz.
La verdad no lo creo. Si en efecto hay un más allá y una divinidad, creo que si llegara a cometer suicidio ese ser me recibiría con los brazos abiertos y me confortaría porque sabría el sufrimiento al que me vi sujeta. Qué pecado ni qué nada. El ser en quien creo es amoroso, no castigador. Y además otro punto: nos hizo libres y en esa libertad podemos decidir sobre nuestra vida (y a veces sobre nuestra muerte). Un poco como reza el final de "La Cantata del Diablo" de Mägo de Oz:
«Un Dios de los tristes, de los homosexuales
Un Dios más humano
Un Dios que no castigue, que enseñe
Un Dios que no amenace, que proteja
Que si me caigo, me levante
Que si me pierdo, me tienda su mano
Un Dios que si erro, no me culpe
Y que si dudo, me entienda
Pues para eso me dotó de inteligencia
Para dudar de todo».
Esta entrada está un poco desorganizada, pero creo que abordé varios temas importantes. Regresando a JDF, la Ranger Nation tiene una nueva misión: cuidarnos los unos a los otros, hacernos sentir que no estamos solos, acompañar, proteger, salvar. A fin de cuentas somos Rangers. Y no importa si no participamos en la serie, somos Rangers y punto. Pero como Spiderman, un gran poder conlleva una gran responsabilidad; no se trata sólo de poderes místicos y cósmicos, sino de ver al otro como un hermano, un amigo; usar ese poder para el bien.
Claro, me dirán que a veces no se puede y estoy de acuerdo. Dirán también que no es nuestra responsabilidad y que cada persona debería hacerse cargo de sus problemas, pero ahí sí difiero. Lo que nos hace humanos es hacer comunidad y parte de ser ésta es procurar que todos los integrantes estén bien y a salvo. Un poco como hacían los griegos o los mexicas (y otras culturas): unirse para cuidar y criar a los niños y por tanto a las familias. Y es lo que he vivido: tengo varias mamás porque me han cuidado y querido en distintas etapas de mi vida, como mi niñez, adolescencia, en los viajes transatlánticos... De esa forma han cuidado también a mis viejos, porque saben que estando con ellas estoy a salvo.
En otra entrada hablé sobre la importancia de tener redes de apoyo, un lujo que no todos pueden darse. Cambiemos eso. Si ves que alguien está sufriendo, acompáñale. Insisto, a veces un café, una palabra de aliento, un «vi esto y me acordé de ti», un dibujo, lo que sea... puede cambiar el presente y futuro de las personas. Es el «Efecto Mariposa»: un pequeño gesto puede hacer grandes cambios.
Las preguntas sobre la muerte de JDF seguirán. El duelo también. Durante una temporada seguiremos viendo homenajes, recuerdos, fotos, videos... y dolerá. Duele porque, aunque no era, quizás, un ser cercano, era un ser querido y admirado que marcó muchas vidas.
Y otra cosa: externa lo que sientes. La vida y la muerte son bien canijas y no sabemos cuándo será la última vez que veamos a alguien. Di ese «te amo», «te quiero», «eres el amor de mi vida», «soy feliz a tu lado», «eres mi mejor amigo»... pero también se valen aquellos como «te perdono». Vivamos en paz, lo más que se pueda. Vivamos tranquilos, serenos, vayamos en paz para que nuestro camino sea luminoso. Vivamos sin ese «hubiera hecho», «hubiera dicho»; aventémonos. Y no sólo con nuestros seres cercanos, sino con aquellos con quienes admiramos. (Sin caer en acoso, por favor).
Quiero creer que en efecto hay un Cielo para los Rangers caídos donde puedan unirse a la fuerza única. Quiero creer que JDF está con Thuy Trang pasándola chévere, ya sin dolor, sin ataduras, sin peso en la espalda. Se lo merece. Desde acá seguiré mandándole luz, queriéndolo, recordando momentos lindos como cuando lo conocí en Pasadena, cuando se convirtió en el White Ranger o cuando hizo el video de la historia de los Power Rangers en DinoThunder. Ya los malos ratos quedan en el olvido. Ojo: no diré que era un santo, pero a fin de cuentas era humano y tenía sus «cinco minutos», como todos. Pero lo bueno pesa más.
No sé cómo cerrar esta entrada. Por una parte quiero seguir escribiendo, pero también me duele hacerlo, así que aquí lo dejo.
Por favor, si tienes ideas de muerte, pide ayuda. Sé que es un privilegio en muchos casos, pero extiende la mano, grita, acércate a alguien.
La vida es hermosa y canija, como toda dualidad, pero el sol siempre brilla. No hay noche eterna.
Saldrás de esto.
Esto también pasará.
Aquí estoy.
JDF, un abrazo hasta el Cielo. Seguiremos con tu legado con honor y fuerza, porque un Ranger nunca se rinde y acepta su misión de ayudar a otros y enfrentar el mal, sea éste un monstruo, un desorden psicológico, un alien o la muerte misma.
ONCE A RANGER, ALWAYS A RANGER
UNA VEZ RANGER, SIEMPRE SERÁ RANGER
Que el Poder les proteja, compas.
Les quiero.
Jos
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