top of page
  • Foto del escritorJoselyn Silva

Un octubre más


Créditos: Wix

Hey. Pese a todo, sigo aquí. Ha pasado de todo en estos meses y he sido una patata la mayor parte de los días.


En redes he ido contando más al respecto, pero este blog lo dejé abandonado. El cuerpo apenas da para leer y escribir; me limito a releer mis textos, cosas que he escrito en los últimos diez años, cosas que me recuerdan mi capacidad no sólo de escribir, sino de imaginar, de crear, de soñar...


Como en algún otro año, retomo este sitio por una persona: mi Pepín hermoso. Es octubre. Es dos de octubre. Los años siguen pasando y acumulando las ausencias y los recuerdos. No quiero pensar en números, pero es inevitable. Los años se seguirán sumando.


Llevo casi seis meses en crisis; seis meses en que mi cuerpo, mente y espíritu se desplomaron por culpa de una infección y un reset de mi sistema inmune. Seis meses en que hemos probado de todo para mantener a raya el dolor, la fatiga y la ansiedad sin resultados del todo favorables. Es una enorme montaña rusa que en sus puntos bajos casi me lleva a la muerte y en los altos a la esperanza de que esto también pasará. Sube baja. Sube baja. Sube baja. Y así hasta el infinito.


Hoy estoy en un punto medio, ni tan bien pero tampoco tan mal. Cada tanto el cuerpo decide no cooperar y se autosabotea. Queda esperar, ser paciente, ir paso a paso. Vienen varios cambios y esperamos que eso me regrese cierta estabilidad. Como le digo a mis pas, sólo quiero poder leer, escribir, estar con mis seres amados, e ir al mar; no pido más de momento.


Como cada octubre, me refugio en los recuerdos, la música; me hago bolita y me permito llorar. Mamá me repite que Pepín está bien y que desde donde esté me echa un ojito, pero quisiera poder abrazarlo una vez más, disfrutar su aroma, escuchar su risa, verlo sonreír, admirar su increíble forma de vestir, bromear, contarle de mis días y que me contara de los suyos, echar pestes por la comida sin grasa ni irritantes, prometernos resistir...


Mi prima, su esposa, alguna vez me contaba que Pepín decía que estaba orgulloso de mí y otros detalles. No saben lo que lloré. En días como hoy lo recuerdo y hay una mezcla entre dolor, nostalgia, alegría y orgullo.


Meses atrás tiré la toalla. Quería morir. Y pensaba en morir. Cada día, cada noche era lo mismo: pensar en acabar con todo.


Hoy la cosa es un poco distinta. No quiero ni pienso rajarme. Me aferro a cosas como que soy la Blue Ranger y a mi legado familiar. Provengo de una tradición de guerreros y guerreras y eso me da fuerzas. No voy a rendirme tan fácilmente.


Sin embargo, a veces me bajoneo y vuelve la sensación y realización de que soy vulnerable y que las curvas bajas de la montaña rusa están cerca. Respiro profundo y cierro los ojos buscando pizcas de esperanza, algo a lo que aferrarme. Hoy elijo a mi hermoso. Él probablemente me diría que aguante, que no tenga miedo, que esto mejorará. Y quisiera creerlo.


No sé cuánto más dure mi batalla, pero no queda más que seguir, ir a pasos diminutos (como de catarina), imaginar un futuro estable, soñar con los imposibles.


Tampoco sé qué me espera cuando esto termine. Me enseñaron a creer en una vida después de la muerte física y quizás es lo que ocurra. Quisiera creer que veré a los que se fueron, que podré abrazar a mi hermoso, verlo sonreír, reír con él. Quisiera estar en ese sitio donde el tiempo es una ilusión.


Es probable que esta entrada no tenga ni pies ni cabeza, pero es lo que hay. Escribí parte de esto tirada en la cama con el Zacarías encima de mis piernas, escuchando rolas catárticas, pensando en cómo será este día; otra en mi estudio viendo la enorme pila de libros que me rodea. Y recordando, recordando.


En fin, hasta aquí lo dejo. Tal vez luego salga algo más, pero por ahora me haré bolita.


Sin más, les mando amor y pelitos del Zacarías (estos últimos sólo si no son alérgicos).


Y claro, un beso hasta el cielo para mi hermoso y los otros que se adelantaron.


Jos (y el Zacarías de colado)

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page