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Foto del escritorJoselyn Silva

De aniversarios (II)




Con cada año que pasa las ausencias se hacen más crudas, calan más, muerden, corroen. Y con cada septiembre que empieza a anunciar su final, viene el sentimiento confuso de todos los octubres.


Para mi familia y quienes hayan leído este blog con anterioridad es más que claro por qué el dos de octubre no se olvida y no me refiero al Movimiento del 68, o bueno, no sólo a él.


Un dos de octubre de hace ya varios años se fue Pepín. Su cuerpo ya estaba muy lastimado y no pudo seguir haciéndole frente a todo lo que lo aquejaba. Él también era un paciente autoinmune como yo; estaba en esa franja estadística de lo poco probable, de lo «no puede ser, pero es». Hasta la fecha quedan muchas cosas sin decir y muchas nunca se dirán; hay preguntas que nunca me atreveré a hacer, recuerdos que no podré enumerar en voz alta a excepción de con mi terapeuta, reclamos hacia terceros que aguardan en mi corazón, culpas que no se irán.


Sé que nadie tiene respuestas frente a la muerte. Los porqués nunca encuentran una solución satisfactoria y nada más queda aferrarse a los momentos buenos, a lo que sí se hizo, lo que sí se dijo; a todas esas piezas de rompecabezas que integran la vida vivida y sobrevivida. Los «hubieras» no tienen mucho caso; ya lo dice el dicho, «el hubiera no existe»: es sólo una representación mental de los deseos y las culpas, pero aun así le pega duro al cuerpo y al espíritu.


No pretendo aquí publicar recursos tanatológicos ni hacer reflexiones rebuscadas. Sólo escribo. Es lo único que sé hacer frente al dolor, la ausencia y la pérdida. Escribir. Escribir para que el agua envenenada pueda beberse, diría Chantal Maillard:


escribir

como quien muerde un rayo

con los brazos en cruz


escribir

que sus pulmones se cerraron

como las alas de una

mariposa.


Dejó un rastro de polvo azul

en los dedos de quienes fueron

a tocarla


escribir

como aquel que se fuga de un hospital

y arrastra trás de sí

las sondas, el goteo, la máscara de oxígeno

y corre

sobre agujas envenenadas


¡Despertad!

¡nadie podrá evitarlo!

sólo es cuestión de tiempo

contad los gritos que dais

en el fondo del água

¡Contad los gritos!


cada cual con su dolor a solas

el mismo dolor de todos


– Alguien disimula. Sonríe,

devuelvo la sonrisa. Sé

que para él ya oscureció.

También él lo sabe.

Pero se esfuerza. Todos

nos esforzamos.

Gritar es esforzarse.

Gritar es rebelarse. –


escribir

porque alguien olvidó gritar

y hay un espacio blanco

ahora, que lo habita


escribir

porque es la forma más veloz

que tengo de moverme


escribir


¿y no hacer literatura?


¡y qué más da!:


hay demasiado dolor

en el pozo de este cuerpo

para que me resulte importante

una cuestión de este tipo

Escribo


para que el agua envenenada pueda beberse.


(CM) (Tomado de aquí)



Pepín fue, creo, mi primer gran pérdida al menos en el ámbito familiar y aun hoy no sé cómo manejarlo. Sé que a él no le gustaría verme mal, pero también soy consciente de que la catarsis es necesaria cuando el alma está rebosante de dolor. Así como no es sano vivir bajo las expectativas de un vivo, tampoco lo es bajo las de alguien muerto. Lo sé, racionalmente lo sé y lo entiendo, pero heme aquí tratando de derivar lo que siento en una suerte de homenaje, de memoria, de tanto y de tan poco que quisiera hacer y no puedo.


En la pared de mi estudio mantengo una foto con él y en la parte inferior añadí una nota: «Hazlo por él. Honra su memoria». Y es lo que intento hacer. Vivir. Sobrevivir. Resistir. Soy una enferma autoinmune con una red de apoyo maravillosa, con recursos de diversos tipos, con voluntad para querer mantenerme viva y algo más: ayudar a otrxs. Por él, por tantxs que han luchado y perdido la batalla, por tantxs que no tienen red de apoyo, que esperan un milagro, que piensan en la muerte como la única solución. No soy una superheroína y estoy limitada, pero aunque me derrumbe una y otra vez, quiero vivir. ¡Quiero vivir! Antes, cuando enunciaba que no llegaría a los cuarenta, lo hacía pensando en Pepín. ¿De qué servía vivir más que él si la calidad de esa vida era miserable? ¿De qué servía si cada día era un nuevo dolor, una nueva carga; si cada vez estaba más y más hundida? ¿De qué servía si de todas formas iba a morir, fuera por mi mano o por la de mi sistema inmune?


Y no, no es ningún drama. Estaba hasta la madre de tanto sufrimiento, como sólo lo pueden entender otrxs pacientes crónicxs, sean autoinmunes, oncológicos, renales, psiquiátricos... Y si soy honesta, lo sigo estando, pero el chip es un poco diferente: la muerte ya no es la única salida y está completamente descartado que sea por mi mano. Ya si mi sistema inmunológico llega a estar tan jodido que no haya más, pues ni modo, viviré hasta donde se pueda.


Se está terminando septiembre, se acerca octubre y sé que me quebraré como varixs. Tan sólo al escribir esta entrada el corazón se arruga y las lágrimas corren. Otra vez: no es drama, no busco lástima ni apapacho. Habrá quien ore a la divinidad, mande a decir misas, quien se aferre a objetos materiales y a recuerdos. Yo escribo. Es mi forma de enfrentar la muerte y la ausencia.


El año pasado compartí varias canciones que me ayudan a lidiar con el duelo. Esta vez sólo rolo unos fragmentos de «Revolución» y «Vuelta alto», de Mägo de Oz. Cuando me bajoneo me ayudan a no rajarme.



No es suficiente dolor

En la desesperación

Que un mar de silencio al llorar


Cuando te parten en dos

Cuando se agota el valor

Y tan sólo te queda saltar


El recuerdo de ayer y un vacío que no tiene fin

Y preguntan por qué hoy te cuesta tanto sonreír


Despierta y grita al mundo que vas a volver

Somos más no hay camino a la rendición

Aquí está la revolución

Déjame oír tu voz

Recuerda que al final puede ocurrir

Si una puerta se cierra se vuelve a abrir

Grita fuerte y déjame oír tu voz


Luchas por sobrevivir

Y apenas puedes seguir

El cielo ha cerrado por hoy


En la ruleta tu fe

Ésta no es vida y talvez

No haya más que un destino a favor


Un destello de luz te ilumina el camino al andar

Aunque sólo estés tú no te rindas y empieza a luchar




Y si vuelve el olvido y con él el dolor

Date sólo un momento recupera el honor

Para todas tus penas hay una solución

Canta mi canción


Alza tus brazos, únete

Hoy las estrellas están a tus pies

Vuela muy alto y suéltate

Pues mientras cantes no puedes caer


Dime si has llorado lágrimas de mar

Si has sudado penas del que quiere abandonar

Dime si has huido antes de saltar

Para tomar impulso es necesario un paso atrás


Y si el miedo aconseja cambio de dirección

Tómate todo el tiempo, escucha tu corazón

Si enlazamos las manos las estrellas verán

Lo fácil que es volar


Si quieren escucharlas completas pueden hacerlo dando click en los títulos.


Por ahora es todo. Gracias por leer hasta acá. Tal vez acercándose más el día comparta otra entrada relacionada a mi primo precioso. Quisiera contar la historia del Power Ranger que me regaló y que mantengo en mi estudio con las cosas más valiosas, como obsequios de mamá, separadores que hizo mi sobrina de chiquita, mi colección de monedas, un venado wixárika, manualidades de otros miembros de mi familia, objetos del Cid, Iron Maiden y Power Rangers; y más.


Recuerden que ya pueden hacer comentarios de forma anónima. Si gustan convertirse en miembros, prometo verlo pronto. Aún tengo que investigar varias cosas aquí en Wix.


Un beso hasta el Cielo, el Valhalla, el Mictlán o dondequiera que se encuentre mi Pepín hermoso. Si sigue existiendo, como me enseñaron a creer y he elegido seguir haciéndolo, que sepa que mi amor por él nunca se va a ir. Lo amaré hasta el último de mis días, y tal vez después.


Y un abrazo a todes ustedes.


Jos





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