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  • Foto del escritorJoselyn Silva

Ayudadora



Créditos: WIX


Hey. Aquí su escritora autoinmune favorita. (O eso espero).


Siguen siendo días complicados pese a que las infecciones al parecer están cediendo. Vamos a ver qué dicen los médicos. Digo, no es como que regrese a una vida súper activa, pero al menos habremos pasado la curva aguda.


El infectólogo cree que hay una enorme posibilidad de que ya haya desarrollado Long Covid, también llamado Covid Persistente. Me temía esto. Y es que la probabilidad aumenta con cada infección por coronavirus; si a eso le sumamos que mi cuerpo se sigue autodestruyendo, bueno... Honestamente el cuerpo no da para hablar mucho del LC, pero cuando haya cucharas lo haré. Es importante.


Por ratos siguen ganando la tristeza y la soledad. Aunque algunas personas se mantienen cerca, no hay cómo combatirlas, en especial cuando provienen de la enfermedad. Como hablaba con una amada mía, mucha gente se va porque prefiere su comodidad, no quieren «cargar» y no exactamente con nosotras, sino con todo el cúmulo que viene con nosotras: soledad, incertidumbre, recaídas, hartazgo, furia, desesperación, impotencia; vueltas y vueltas sobre lo mismo. Lo descubrí a la mala: no soy indispensable para quienes son indispensables para mí. Así que quedamos a la deriva con la poca banda que decide quedarse.


Anoche platicaba con la Jefa. Le contaba que vi unos videos de un chico que promueve el «pay it forward» o la «cadena de favores»; sí, como aquella película medio viejita. A las personas que son amables con él cuando les dice que tiene hambre o que necesita comprar comida para su hijo les regresa el «favor» dándoles dinero, computadoras, viajes, etcétera; todo en alianza con empresas bancarias, aerolíneas y demás. Si bien algunas cosas pudieran ser cuestionables, elijo quedarme con lo bueno: todavía hay personas que deciden hacer el bien y ayudar a otros sin esperar nada a cambio.


Creo que el que más me hizo llorar fue un adulto mayor que le da su comida al muchacho cuando éste le dice que tiene hambre. El chico le pregunta por qué lo ayudó sin conocerlo y él responde «Why? Why not?» («¿Por qué? ¿Por qué no?»). Zaz. Hizo eco en muchas cosas en las que creo, pero sobre todo en dos: ayudar nomás porque sí y que desde niña decía que quería ser «ayudadora».


Es curioso. Nadie me dijo esa palabra. Ser ayudadora iba de la mano con ser un Power Ranger (azul, obvio) o Robin Hood (hay foto de eso, jajajaja). La directora del kínder se desesperaba porque cuando me preguntaba mi nombre respondía que era Robin Hood y que iba a ayudar a la gente y lo mismo pasaba cuando llamaban por teléfono a la casa de mi abue. Mi noción del forajido de Nottingham era, claro, la versión de Disney con los zorros, el león, la serpiente y demás. Supongo que no entendía el «todo» que eso significaba; sólo tenía algo bien claro: quería ayudar. Así pues, cuando me preguntaban qué quería ser de grande, contestaba sin dudarlo que iba a ser ayudadora.


Y saben, lo sigo queriendo.


Mucho del por qué escribir sobre lo que vivo, aparte de las ponencias, publicaciones en redes y etcétera, es por esa razón: quiero ayudar. No sé todavía de qué forma puedo impactar, pero sé que algo puedo hacer. Sé que algo puedo provocar con la herramienta que mejor manejo: mi escritura.


Ya les he contado por acá que una de las razones por las que me muestro es por lo que dijo Jen Brea en Unrest: «alguien tiene que ver esto». Y vuelvo al punto de párrafos anteriores: mucha gente no quiere ver la enfermedad, la soledad, el hartazgo, la debilidad, la muerte. Prefieren no voltear y fingir que todo está bien, cuando en realidad es todo lo contrario. Por eso la labor de mostrar el interior de las cuatro paredes que habito es importante y fundamental; alguien tiene que ver esto. Y es que a cualquiera le puede suceder. Si hablamos del covid, creo que no quedó familia que no tuviera al menos un enfermo. De los muertos ni hablamos, se cuentan por millones. Eso, como les contaba en otro momento, ha dejado muchas enfermedades postinfecciosas y no toda la banda sabe sobre ello y mucho menos cómo enfrentarlas.


Cuando empecé a compartir lo que vivo realmente no pensaba en ello; era una forma de desahogo, de catarsis. Sin embargo varias personas se acercaron para contarme que ellas también estaban enfermas, para pedirme los datos de mis médicos o para preguntar sobre los tratamientos que sigo, por ejemplo. Fue cuando me di cuenta de que podía hacer algo más, algo que generara una sacudida, un cambio.


No diré que puedo cambiar al mundo yo sola porque no es cierto, pero aprendí algo esencial: tejer redes. Muchas de las hermosas mujeres con las que he contactado me lo han enseñado con todo el amor del que son capaces. Un mensaje, un audio, una foto... nos sentimos juntas aunque nos separen kilómetros, años y barreras. Como me dijo mi amada: creamos un jardín en la aplicación de chat y en él nos mecemos en hamacas, olemos las flores, reímos, nos tendemos las manos. Nos unimos de cama a cama, de horizonte a horizonte.


Sólo quien ha transitado por el Infierno sabe cómo es y lo importante que es tener y tender una mano amiga.


Regresando al punto de ser ayudadora, es algo que sigo deseando. Y es algo que tal vez guíe mis pasos por ratos, lo mismo que ser Power Ranger, escritora o metalera. De aquí podríamos hablar sobre el «para qué» del arte, pero lo dejaré para otro momento. Honestamente todavía no tengo la fuerza para escribir filosóficamente. Bueno, más filosóficamente, porque esto tiene algo de filosofía.


Sin embargo, como decía mi otra abuelita, y mi Capitán en consecuencia, «hasta para ayudar se necesita suerte». Sé que no es tarea sencilla. Por eso muy pocos se avientan a hacerlo y prefieren ir como los caballos con los parches en los ojos: sólo mirando hacia adelante, caminando sin voltear, yendo por inercia. Ser ayudadora es un reto gigantesco y si hablamos de mi condición, todavía más.


Por eso abro esta entrada para que ustedes me digan qué piensan, qué les gustaría saber, en qué formato (videos o reels, podcast, textos... algo mixto...). Lo compartiré también en mis redes, por lo que pueden darme sus respuestas aquí o allá. Los enlaces están al final del blog, pero igual se los pongo acá:


X (antes Twitter): @josdarkdragon

Instagram: @josdarkdragon


Pueden dejar un comentario como «Invitado». Sólo les pido que me digan quiénes son, porque Wix no registra el nombre ni el correo. También pueden unirse como «Miembros»; nomás los confirmo y ya.


Si no les contesto de inmediato es que el cuerpo es una patata y la mente está llena de niebla.


Esperemos que todo este bache del covid y la influenza pase pronto y que el Long Covid no dé lata y se quede dormido. Suficiente tengo con las otras seis como para que llegue un nuevo bravucón al barrio.


Y ya. Dejen acá abajito sus comentarios, porfa. Me encantará leerles.



Jos. (El Zacarías hoy no porque está comiendo).




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