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_Un paria perseguido_: una poética de la pérdida, la (auto)compasión y la redención

Foto del escritor: Joselyn SilvaJoselyn Silva




El poemario Un paria perseguido (El Parlamento de las Aves, 2020) de le autore michoacane Tláloc Israel inaugura esta sección de reseñas y debo decir que es un placer. Ya había tenido el gusto de escucharle en vivo y, como aquellas veces, no me decepcionó.


Me animo a escribir un poco sobre el libro porque, además del cariño que le tengo a Israel, me parece que hace un gran trabajo en él. Como con otrxs amigxs, le pedí dos copias del mismo: uno para mi biblioteca con su debido autógrafo y otro para trabajarlo. Y es otro pequeño gran placer: poder desbaratar un libro como lo hacía hace unos años, cuando el caos aún no iniciaba. Que, he de decir, no se trata de destruirlo (como hacen algunxs críticxs), sino de descubrir desde lo más tangible y medible (como el número de versos, estrofas o los fonemas más utilizados) hasta el alma del texto, ese algo que hace que esa obra sea esa obra; what “make[s] the stone ‘stony’”, como diría Scklovsky (lo que hace piedra a la piedra, traducción aproximada).


En Un paria perseguido vemos de todo: la luz y la oscuridad, la presencia y la ausencia, el todo y la nada, la vida y la muerte. El oxímoron y la antítesis son las figuras más representativas en todo el libro y le siguen de cerca el símil y la anáfora. Eso en cuanto a figuras retóricas, pero Israel va más allá: nos coloca en una barca frágil que se mece de lado a lado en un mar agitado, hasta que de pronto viene la calma.


Y ahora que menciono el mar, es bello el uso de campos semánticos del agua. Navegamos entre las páginas en océanos, estanques, mares, ríos y otros cuerpos de agua que al mismo tiempo nos atrapan y nos trasladan; de nuevo el oxímoron y la antítesis: nos movemos en la quietud.


Es indudable que en el poemario nos topamos de frente con la pérdida; ausencias de una figura que nunca se nos descubre, pero que podemos intuir e incluso más: ponerle un rostro, un nombre, a partir de nuestra experiencia. La voz poética se balancea (como en la barca en el mar picado) entre la cercanía del «tú» y la distancia del «vos»; suelta pero no suelta, como quien retiene el último tramo del hilo antes de dejar volar el globo. El amor no sabe de muerte, pero sí de eternidad y Un paria perseguido nos lo recuerda.


Esa misma voz suspira y expira, navega en ríos infinitos que lo mismo son el de Caronte que el del Mictlán, pero también se vuelve eterna, se transfigura, se sobrepone a la muerte, fluye, se eleva. Una vez más los extremos opuestos se encuentran y danzan cual blanco que se vuelve negro y viceversa, como la noche que da paso a la aurora y el atardecer que duerme la luz.


Aparentemente el paria halla su no-hogar en la nada, en el vacío, pero como todo ser, no puede borrar sus huellas. El “paraíso perdido” “paraíso de un paria” es al mismo tiempo el no-paraíso que el eco del Génesis y de Milton. Y como el resonar de estos últimos, hallamos a la voz que vacila entre lo positivo y lo negativo, entre la fortaleza y la valentía y el miedo; entre el éxito y el fracaso tanto ante la muerte como ante la vida; entre los labios que besan y los dientes que destrozan la carne; entre el hombre, el padre, el hijo y el ángel caído.


El paria, el desterrado, el no querido, el último en la cadena… El paria que es perseguido por otrxs, por él mismo, por los recuerdos y por tanto y tan poco; perseguido pero a la vez redimido. Los momentos en que la barca se halla en calma nos dejan ver el horizonte y pareciera que podremos llegar a la orilla, bajar de la nave y disfrutar del sol. Habrá que descubrir si ocurrirá en verdad o si es sólo un espejismo que nos deja un gránulo de esperanza.


Sin más, comparto dos de mis poemas favoritos:


“El beso”


¿Tenés una idea de cómo es besarte?

Besarte es como ese beso de aquél

o el beso de aquella;


Como ese beso de nadie

o el beso de vuestra madre.


Como ese beso cariñoso

o el beso del vagabundo a su perro.


Como ese beso que incentiva

o aquél beso tierno.


Como ese beso que acaricia

o aquél beso que besa.


Como ese beso de vos

o el beso de aquella.


Como ese beso que no conoce otros labios,

como ese que canta y pinta tus mejillas.


Como ese beso que no se besa a sí mismo,

como aquél beso de dos.


Como el “beso de ves en cuando”

o el beso de una tierna niña a su abuela.


Como ese beso que exclama amaneceres,

como aquel que se dirigía a ti.


Como el beso que es dado,

como el beso que recibe un beso.


Como el beso que te nombra

a las veintidós horas,

como el que te despierta cada mañana.


Como el beso que has dado,

como el beso que has recibido.


Como el beso que no está en este verso,

que es el verso de tu beso,

que no tengo, que no beso.


Pero entiende el verso

que lee, que siente y mira tus ojos.


Ese beso es el beso,

que no es de uno,

sino de dos:

Como el de nosotros.



“Los lugares comunes”


Los lugares comunes los dejé

donde deben dejarse

ahí, en el olvido de la memoria.

Los dejé llorando para venir

a escribirte una carta

que parezca estar celebrando

un amor interminable.


A manera de poema de un poeta

homosexual al borde de amarrar su cuello

con un lazo grueso.

Hacer un nudo insospechable

para fracasar cobarde

en el acto de salir

por la puerta trasera de la perra vida.


Y dejé unas cuantas fotos de ti

sin censura en mi caja fuerte.

Así como se deja un testamento

con una firma falsificada,

congelando escritos malditos,

maldita sea.


Dejando todo como quien ríe

en la cara del ajeno y penetra

con su mirada al envestido

un 2 de octubre.


Dejo la pluma sobre el escritorio

de aquella escuela

como quien deja de lado sus problemas.


Saldré a la calle a seguir siendo

un perro callejero, flácido,

un animal con rabia y sin esqueleto.

Innegablemente: sustituible inconsciente.


¿Cómo os dejo las cosas?

Como deberían estar.



Si quieren leer este bonito libro, pueden contactar a Tláloc Israel vía su página de Facebook dando click aquí. Elle les dará todos los detalles del costo y el envío. Apoyemos a les artistas y editoriales independientes, son el presente y el futuro de la literatura.


Jos

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© 2023. Joselyn Silva Zamora

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