Hey. It's me.
Aquí sigo. La bomba de las últimas noticias sigue repicando y creo que aún no tengo las palabras completas para describir lo que siento y pienso. Uso este humilde blog para compartirlo con la esperanza de que, uno, otras personas se identifiquen; dos, para ayudar a mi familia y amix a entenderme; y tres, para desahogarme.
Es posible que esta entrada esté desorganizada y es que aún el cuerpo no jala como debería.
Notas sobre el duelo.
Varios me dijeron que es tonto decir que estoy en duelo, pero así es. Y es que la pérdida de la salud siempre implica un duelo. Como apuntaba en el libro de ensayos que intento hacer, no es sólo por la pérdida de la salud en sí, sino por todas las otras pérdidas que implica: relaciones, experiencias, tiempos, espacios...
Siempre lo digo y lo repito: soy afortunada de tener una red de apoyo que no me deja caer del todo. Tengo muchas manos que me sostienen mientras mi cuerpo y espíritu se desguanzan. Pero eso no elimina los sentimientos de miedo, dolor, desesperanza, hartazgo...
Añado que pueden ser notas sobre la valentía también porque se necesita harto valor para afrontar estas pérdidas y el duelo. No es sencillo. Es muy duro. A veces dan ganas de rendirse y saben, es válido. Es normal que una quiera tirar la toalla y decir «hasta aquí».
No digo con esto que voy a intentar irme de este mundo de nuevo, porque no es lo que deseo, pero lo que sí quisiera es parar esta bola de nieve que me aplasta una y otra vez. Ya no quiero ser Sísifo.
Ya no quiero (tener que) ser valiente.
Un poco como esos memes de «dios, ya no quiero ser tu guerrero más fuerte», ante la frase de «dios le da sus peores batallas a sus guerreros más fuertes». Justo así. Ya no quiero ser esa guerrera. Ya no quiero estar en este juego de ajedrez.
Pero aquí estoy. Y mucho es por las cosas aparentemente pequeñas: ver sonreír a mamá, abrazar a papá, jugar con el gato, reír con los memes que me envían mis amigos, usar mi sudadera de Power Ranger...
Me decía mi terapeuta: un paso a la vez, un día a la vez. Y es que no se puede de otra manera. Aquí estoy, resistiendo y persistiendo aunque por ratos no quiera ni pueda.
Sí, sigo escribiendo desde el dolor y el miedo. Y creo que después será útil. Confío en que todo esto pasará; que será sólo un rato y cuando vuelva a leer estas líneas suspire sabiendo que estoy en otro sitio, en otro momento; ya lejos del dolor del espíritu. Pero no sé cuándo llegará ese momento. Por ahora todo es incierto y tengo miedo.
Desde la psicología hay muchas teorías acerca del duelo. Creo que la que más me resuena es la de Elisabeth Kübler-Ross y que es ampliamente conocida con sus etapas de negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
Algo cierto es que, como me decía mi terapeuta, a veces las etapas no son lineales y se puede ir y regresar en ellas. Nada está dicho y cada ser es diferente. No es un camino de una sola vía. Pero el objetivo pudiera ser el mismo: estar bien, estable, en calma.
Por ratos la valentía (y disculparán ustedes la expresión) y los ovarios me hacen decir que toda esta situación me hace los mandados (mis amix lo dirían de otra forma), pero luego vuelve la debilidad del cuerpo, la mente y el espíritu. La flaqueza, escribía en la entrada pasada. Y está bien. No se puede ser ecuánime todo el tiempo.
(Honestamente no sé cómo le hacen personas como mamá para resistir todos los golpes de la vida; quisiera esa fortaleza).
Leo y releo las historias que he escrito con mis OC (original characters; personajes originales) y me imagino qué me dirían. La respuesta casi siempre es la misma: nada. Y es que a veces es lo que se necesita: no hacer nada, no hablar, no decir. Sólo acompañar. Me sirve de catarsis, porque es una forma de decirme a mí misma que está bien si sólo existo, así, sin hacer nada, sólo acompañándome.
De momento estoy recurriendo a varias estrategias para mantenerme a flote y es un poco como nadar «de a muertito»: sólo flotar, mirar al cielo, confiar en que eventualmente se llegará a la orilla o a algún sitio de donde poder agarrarse. Mientras el vaivén de las olas es hasta reconfortante. Tengo mucho tiempo que no veo el mar, pero su magia nunca sale de mi corazón; siempre está conmigo.
Y es en este punto donde me remito a lo que me decía mi terapeuta: se necesita la misma energía para ir hacia adelante o hacia atrás; es decir, es el mismo desgaste, por lo que es mentira que al ir hacia atrás se economiza energía. Así que me sugirió quedarme en un solo punto, sin moverme, flotando «de a muertito» para entonces sí ahorrar recursos. Es lo que estoy haciendo. Un día a la vez. Sobrevivir un día a la vez.
Hoy estoy en un punto diferente de la entrada anterior. Intento yo sola animarme con chistes malos como que colecciono enfermedades autoinmunes como si fueran pokemones (o estampitas, como me decía una amiga querida) y creo que hasta como metáfora puede servir: así como hay pokemones más nobles, hay otros que acaban con todo, como Charizard. CUCI puede ser mi propio Charizard en lo que le agarro confianza para vivir día a día con él.
Por mientras entraré a grupos de apoyo y ya estoy investigando sobre los posibles tratamientos y pronósticos. (Si ya saben cómo soy pa'qué me invitan). Mi gastro querido tiene muy buenas expectativas y eso me anima, pero otra vez, no anula lo que siento y eso también es válido.
Otra estrategia que me está ayudando es, como decía arriba, vivir por las cosas pequeñas, como usar mi sudadera de Power Rangers. Es posible que sea algo muy tonto, pero el ponérmela —a juego con mi cubrebocas, como debe ser— es un alivio, un «hey, sí eres una Ranger; esto también pasará», como cuando Tommy Oliver estuvo en coma. Entonces sus alter egos le decían que dejara de luchar, pero él nunca se rindió, y ocurrió otra de las mejores transferencias de poder al convertirse en el Black Ranger.
Así como él, por ratos puedo afirmar que no me voy a rendir. No voy a dejar de luchar. Otros ratos sí me vuelvo patata, pero sé que no durará para siempre.
Les dije que esto iba a estar desorganizado. No sé si cumplí mi objetivo con este texto, pero al menos pude poner en palabras otro tanto de lo que siento.
Como escribía en mis redes al compartir la imagen anterior, hay Jos para rato. Nomás déjenme que pase un tiempo. Si me quieren acompañar a nadar «de a muertito», son bienvenidos. (Y si me quieren traer una piña colada no me enojo).
Hasta nuevo aviso,
Jos
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