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  • Foto del escritorJoselyn Silva

_Prueba de resistencia_, de Bladimir Ramírez: sobre las revelaciones, la inocencia y la crueldad.




Empezamos el año con la reseña del libro de un gran y queridísimo amigo: Bladimir Ramírez. Lo conocí en Zapotlán, Jalisco, por allá del 2018 y desde entonces fue claro su talento y además su enormísima calidad humana.


Prueba de resistencia (Paraíso Perdido, 2022), ganador del Premio Nacional de Literatura Joven "Salvador Gallardo Dávalos" 2021, es un libro emotivo, cristalino, empático. Sus once relatos nos llevan a los tiempos juveniles; aquellos de secundaria y preparatoria en la que ocurren momentos de revelación; de luz y oscuridad, de temores, temblores, amor; ganancias y pérdidas.


Si bien su hilo conductor podría parecer la homosexualidad, Bladimir va más allá: no son las típicas historias de gays, sino que apela a lo más profundo, a aquello que nos hace humanos. Y no es sólo el amor y el enamoramiento, sino estas revelaciones de las que les hablaba. Los personajes se revelan (y rebelan) a sí mismos y a otros en su forma más natural, en la desnudez del cuerpo y el espíritu. Vemos protagonistas que, a veces con miedo, se reconocen en el otro; porque ese «otro» es quien promueve las revelaciones. Y de nuevo, no es sólo su orientación sexual, sino sus deseos más hondos, más sensibles y también más crudos.


No puedo elegir sólo un cuento, pues todos los disfruté. Es otro de los atributos del autor: su escritura es fluida, sencilla —que no simplona—; le permite al lector adentrarse en esas realidades y ser no sólo testigo, sino cómplice. Nos vemos así reuniendo guayabas verdes y podridas, ocultando los dibujos del señor dama, tendiendo nuestra ropa junto la del ser amado, manteniéndonos preocupados por aquél que no contesta llamadas ni mensajes y temiendo que le haya pasado algo, jugándonos la vida en un gol, viviendo los sueños de alguien más hasta que algo se rompe...


Las realidades de los niños y jóvenes planteados por Bladimir son experiencias con las que cualquiera puede identificarse, porque engloban lo mismo la inocencia que la maldad, los miedos que los momentos de valentía, el amor y el desamor, la pérdida; así seamos ya adultos. Particularmente me hallé en varias de las historias, igualmente siendo víctima de bullying (otro de los grandes temas del libro) que ocultando el amor no correspondido o extrañando a la persona que la distancia se llevó. Admito que por ratos tuve que dejar de leer porque movió algo que estaba oculto y guardado bajo llave en el baúl de la adolescencia y la juventud primera; cosas que no había querido mover porque dolían, pero Bladimir, como el gran escritor que es, me ofreció un cristal diferente para ver los hechos. No diré que dejó de doler, pero es distinto.


Mencionaba que el bullying es otro gran motivo de la obra y es que casi todos los personajes son o bien bullies o bulleados, aunque también los hay en terreno neutro: aquellos que sólo observan, pero que, ante las circunstancias, se ven obligados a tomar partido. Una de las líneas de este acoso es la hombría, o la falta de ella, perpetrada lo mismo por adultos que por compañeros de la rodada y a veces el interior de la persona. Los cuestionamientos por la sexualidad, la asunción de que tal o cual orientación es mejor, peor, superior o inferior; la relación con los otros, el amor, la falta de él... tantas y tantas preguntas sin respuesta que Bladimir aborda magistralmente, pues no se coloca como un dios que resuelve la vida de los personajes, sino como un guía, un mirador desde el que nos dice sin pudor alguno un «¿te acuerdas?» y nos obliga a hacernos esas mismas preguntas para que nosotros engendremos las soluciones; problemáticas que nos llevan a los sentimientos guardados de vergüenza, valor, felicidad, desolación.


Debo admitir también que lloré con las despedidas, pensando en lo injustas que eran, pero entonces vino otro aspecto lindísimo del libro: es un espejo. Ese sentimiento de pérdidad, de orfandad, todos lo hemos experimentado. En lo personal me hizo acordarme de viejos amores, de esos que se quedan para siempre en el corazón porque llegaron a ser los más puros e inocentes, pero también los que más duelen, porque se presentaron cuando éramos más vulnerables.


Menciono en el título de esta reseña la inocencia y la crueldad porque son dos elementos del espectro humano que conviven uno con el otro; todos podemos ser los dos en momentos distintos, con personas diferentes, en entornos opuestos (o a veces no tan opuestos). Lo mismo podemos ser el Chava apedreado con guayabas por no ser lo suficientemente hombre que el Daniel despiadado que busca joder por joder, por mencionar a dos personajes del libro. Esto nos lo recuerda Bladimir, pues tendemos a vernos como uno o el otro, mas no somos así. El que diga que nunca ha sido cruel en su vida miente y viceversa.


Es así que Prueba de resistencia nos recuerda, primero, que somos vulnerables, tanto a los sentimientos plenos y luminosos como a aquellos más oscuros; y segundo, que sin importar el paso del tiempo, hay recuerdos que no se van que pueden lo mismo atormentarnos que dejarnos un sabor curioso, como cuando se disfruta una buena copa.


Lo recomiendo ampliamente. Pueden adquirirlo directamente con Bladimir o en distintas plataformas, como Mercado Libre o Casa del Libro.


¡Disfrútenlo!


Jos


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